Finalmente se le hizo justicia a uno de los mejores jugadores en la historia de la NFL.
El receptor más prolífico de los Houston Texans, Andre Johnson, se convirtió este jueves en el primer jugador en la historia de la franquicia houstoniana que llega al Salón de la Fama.
Un reconocimiento totalmente merecido y que para la afición de los Texans es un verdadero orgullo.
Quisiera compartir un momento que pude presenciar temprano en la carrera de Andre y no tiene nada que ver con su extraordinario rendimiento en la cancha.
Todos sabemos que fácilmente se puede hablar por horas de sus estelares jugadas, una y otra vez Johnson demostró que él era un jugador especial que simplemente estaba en otro nivel.
Pero si me lo permiten quiero compartir una experiencia que me tocó el corazón y que causó que yo siempre tuviera una admiración especial por Andre.
En mis tiempos de reportero con el diario RUMBO HOUSTON me tocó ir a cubrir un evento comunitario de los Texans. Anualmente durante la temporada navideña, un jugador del equipo se presentaba a lo que era en aquel entonces Toy's R Us, una tienda de juguetes ubicada sobre la calle Kirby muy cerca del Estadio NRG, para sorprender a niños de bajos recursos seleccionados por varias organizaciones comunitarias, incluyendo niños sin hogar o que estaban en custodia de Servicios de Protección para Menores.
El jugador que llegaba pagaría por todos los juguetes que los niños pudieran agarrar en 80 segundos.
En esta ocasión le tocaba a Johnson pagar la cuenta.
El momento de arrancar llegó y los niños se fueron por los juguetes, uno de los niños en particular le llamó la atención a Andre. El niño de unos 12 años estaba agarrando juguetes para niños más pequeños, a un niño de su edad quizás le gustaría mejor ir por la consolas de videojuegos o las bicicletas, pero este niño estaba seleccionando otros juguetes con mucha urgencia.
Al terminar Johnson se le acercó y le preguntó al niño porque no había agarrado juguetes más caros y la respuesta para los que nos tocó escucharla nos partió el alma.
El niño le dijo a Jhonson que primero quería agarrar juguetes para sus hermanitos. Los que estábamos cerca del intercambio tratamos de ser hombrecitos pero fue imposible no derramar una lágrima, incluyendo el mismo Johnson.
Andre después le dijo al niño que fuera con calma y agarrara lo que quisiera, que él (Johnson) lo pagaría.
La felicidad en el rostro del niño a todos nos dejó cautivados y en ese momento Johnson nos permitió ver el tipo de persona que es.
El Salón de la Fama hoy adquiere un valor mayor, Johnson no tiene precio. ¡Felicidades!